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ARQUITECTURA

Miguel Ángel

Mis padres me apuntaron a Scouts, al Grupo Scout Santa Engracia, con siete años y en total llevo trece. Este es mi tercer año como jefe y bajo dos fines de semana al mes a Zaragoza, mi ciudad, a hacer actividades con los chavales. Aparte, dedico mucho tiempo a realizar el trabajo que eso lleva detrás. Para mí ser Scout es como devolver un favor. La metodología y la educación que me han dado siempre en el grupo me ha marcado bastante, había unas personas que dedicaban su tiempo a estar ahí con nosotros de forma voluntaria enseñándonos. Me mueve mucho el ir ahí y trasmitir lo mismo que me transmitieron a mí a las siguientes generaciones. El primer año como monitor me hizo darme cuenta del valor que tiene la palabra “compromiso”.


Siempre me ha gustado bastante el campo, pero primero de bachillerato lo hice en Estados Unidos, bueno, en Kansas, y bastante alejado de la civilización, ya que no salí de ese estado. Es una zona desértica que solo tiene campos, vacas y más campos. Todos tenemos la imagen de ese país como lo vemos en las películas, y cuando llegué, me vi viviendo en un pueblecito muy pequeño de apenas cuatro mil habitantes con una familia que vivía en un rancho. Esa experiencia me ha ayudado a ver el lado bueno de las cosas, ya que al principio la imagen que tienes de Estados Unidos es la que ves en las películas, y me frustré bastante ahí encerrado, pero luego, a base de darle vueltas a la cabeza, intenté ver la parte positiva y la verdad que me marcó bastante, porque al principio la idea de vivir apartado en un rancho no me molaba nada y ahora creo que es como quiero vivir.

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